Me presento, soy aquella a la que una vez llamaron Sally, y digo llamado, porque ahora os contaré mi historia:
Nací en Dallas, Texas, ahí crecí y tuve a mis pocos amigos ya que, siempre fui solitaria, y, a los 15 años,morí allí.
Fui asesinada por un hombre al que jamás atraparon, pero éste no es el final de mi historia, sino el principio. Y es, veréis, nunca salí de Dallas. Mi alma se quedó en mi casa ya que no soporté la idea de ver sufrir a mis padres y, decidí actuar como si siguiese viva, oía música en mi cuarto, veía la televisión y, también, intentaba hablar con mis padres, pero éstos jamás me escuchaban. Llegué a creer que nada había pasado, que yo estaba viva, pero como nadie me hacía caso decidí comenzar a hacer unas cuantas gamberradas: rompía platos, ocultaba cosas, molestaba a mi hermana Talía. Todo para que me escucharan, para que me prestaran atención, pero los vecinos y mi padre comenzaron a asustarse. Mi madre decidió actuar como si nada sucediese, iba a mi cuarto y limpiaba mis desastres. Ella no quería renunciar a su pequeña, no quería perderme, y, eso, me hacía sentir bien, pero, sin darme cuenta, estaba metiendo en problemas a mi familia.
A mi madre la llamaban loca y a mi padre lo echaron del trabajo. Mi hermana estaba siendo dejada de lado por sus amigos y, todo, era culpa mía. Mientras yo permaneciera allí nada les iría bien. Un día, mi padre, harto de la situación, decidió llamar a un exorcista, pero mi madre se lo impidió. Él le dio una bofetada y le dijo: "Nuestra hija está muerta, no está aquí. Ese espíritu sólo causa problemas, debe irse".
En ese momento mi madre comenzó a llorar, no por el golpe sino, por las frías palabras de mi padre. Mi madre, con resignación, aceptó la llamada al exorcista pero, yo, no deseaba marcharme, y escribí una nota en la pared que ponía: "¡No me iré, yo no he muerto, yo estaré aquí, siempre!".
En ese momento no me di cuenta, pero mi ira y fustración, la ira de un alma muerta, invocó al diablo, ahora sí que había metido a mi familia en serios problemas. Al leer la nota llamaron al exorcista, pero mi deseo de permanecer con mi familia era tan fuerte que no logró sacarme de la casa, y sólo enfureció más al pequeño demonio que, desde el día en que escribí la nota, me hacía compañía.
Ese demonio empezó a hacer daño a mi familia, comenzó a hacer que mi hermana Talía de sólo 5 años se pusiese enferma, muy enferma. En ese momento, mis padres, decidieron irse de la casa. Para mi familia todos los males acabaron pero, desde el día en que se fueron, estoy por primera vez en mi "vida" realmente sola. Esta es la penitencia que deberé pagar eternamente por mi terquedad, por querer seguir entre los vivos aún estando muerta.
Autora: Daniela Parra
Buen relato. Triste, tenebroso, macabro. Que bueno que en el final ella reflexione y reconozca el error de querer seguir entre vivos. Lo demás fantasmas sabrán reconocer eso? mmmm...
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