Cada
mañana se encontraba lo mismo. Una rosa con una misma dedicatoria. Una rosa
dedicada a ella, el amor de su vida.
Su vida era una rutina. Siempre hacia lo mismo al
levantarse. Abría la ventana y observaba el paisaje que la ventana de su
habitación le permitía observar, se cambiaba, desayunaba, iba a clases. Su vida
era toda una rutina. Todo cambió en el mismo momento en el que tal día se
encontró una rosa junto con una carta cerca de su puerta. La chica cogió la
rosa y la olió. Decidió disfrutar del precioso aroma que la flor desprendía,
después decidió abrir el sobre en el que se encontraba una dedicatoria de la
rosa. Tuvo valor suficiente para abrirla y leerla. La leyó de tal manera que
pudo entenderla.
"Dedico
esta hermosa rosa
a
la mujer de mi vida.
Por
la que estaría dispuesto a
perder
la vida cuantas veces
hiciera
falta
Te quiero"
No había remitente. La chica estaba sin habla, aunque mas
o menos se lo esperaba. Prefería que por lo menos hubiera escrito el nombre
para darle las gracias por tan bonito detalle. Pensó que jamás volvería a tener
tan bonito detalle.
Se marchó a clase pensativa, nunca pensaba que podía
llegar a ocurrirle esto. Pensó que lo mejor era olvidar el suceso, hacer como
si nada de esto hubiera ocurrido. Hacer como si esto no fuera mas que por una
broma.
A la mañana siguiente, volvió a hacer lo mismo sin
esperar nada. Volvió a mirar la puerta. Allí estaba otra vez esa rosa junto con
la carta. La carta decía lo mismo. La leía una y otra vez. Ese “Te quiero” la enamoraba cada vez que lo
leía. La enamoraba un poquito más.
Al tercer día volvía a ocurrir lo mismo. Esa rosa y esa
nota estaban en la puerta. Marchaba a clases sin poder prestar atención.
Necesitaba poder contárselo a alguien. Alguien en quien pudiera confiar. Pensó
en sus amigas pero sabía que empezarían a especular y actuarían por su propia
cuenta.
Daba igual lo que pensase en la carta no había manera de
imaginarla cara de la persona que la enviaba. Podía ser de su clase, de su
instituto, de su barrio. Podía ser de muchos lugares. No estaba segura de que
pensar. Juró no enamorase nunca más. Su corazón había sufrido bastante, habían
jugado demasiado con sus sentimientos. La última vez acabó destrozada, con
ganas de quitarse la vida. Todavía recordaba la risa de toda la clase después
de saber que su ex-novio había colgado fotos suyas, de manera provocativa, en
internet. Además de haberla usado para perder la virginidad, enseñándole un
vídeo a sus amigos. Cada vez que lo recordaba le daban ganas de ponerse a
llorar, coger una cuchilla y cortarse las venas. También recordó que un chico
la ayudó en aquel momento. La agarró, le quitó la cuchilla y la abrazó. Le
susurró al oído: No te merece la pena
llorar por alguien como él. Eres mejor y lo sabes. Denúnciale pero no le
entregues el premio que quiere: Tu vida. La chica casi no podía articular
palabra, pero le pudo responder. Apenas
tengo el valor suficiente como para suicidarme. El chico finalmente le
respondió: Para eso he venido para quitar
ese poco valor que tienes para suicidarte y convencerte de que puedes ser feliz
si te lo propones. Así que por favor te lo pido, no te quites la vida por
alguien que no te merece.
Todavía se acordaba de aquel momento. Lloraba cada vez
que lo recordaba. Pero esta vez lo evitó. No recordaba bien la cara del chico
pero estaba segura de que lo conocía aunque en aquel momento no sabía quién
era.
Cuando llegó a casa no pudo evitar soltar una lágrima.
Pero se prometió que no lo volvería a hacer. ¿Podía ser ese chico el que le
manda esa carta junto con las rosas? Cada vez tenía más ganas de saber quién
era.
A la mañana siguiente, decidió saltarse la rutina e ir
directamente a mirar si había rosa y nota. Normalmente habría una nota junto
con una rosa. Normalmente. Había carta, pero no rosa. Decidió abrir la carta,
lo que encontró fue cuanto menos curioso. Dentro de la carta había un collar
que había perdido cuando era pequeña. En aquel momento pensó que no lo volvería
a ver. Había una nota junto al collar.
"Perdona
por no habértelo devuelto antes.
Sabía
que era tuyo, pero no encontraba ni
el
momento ni el lugar preciso para dártelo"
Las cosas iban cuadrando poco a poco. La chica sabía que
el chico era alguien que conocía y que él la conocía muy bien.
Autor: Álvaro Tejedor
Twitter: @mynameisXimer
Nota del autor: Si queréis la continuación de la historia hacédmelo
saber, a través mis redes sociales. Un saludo y espero que disfrutéis leyendo mi historia.
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