Microcuento - EL PRECIPICIO

Estaba en el borde de aquel precipicio, un precipicio hondo y oscuro, en el que no se ve nada al final.
Dicen que, si llegas al fondo, en realidad no te matarás sino que encontrarás un paso a otro mundo, muy lejano, parecido al de Nunca Jamás, pero mejor.
Estando allí, de pie con el poco aire que hacía, estaba pensando si sería verdad. Esta vez estaba lista, quería irme.
Miré hacia atrás y, entonces, lo vi, estaba allí, observándome.
Una lágrima cayó por mi mejilla y le sonreí.
Sabía que no me iba a parar, él nunca se acercaba demasiado a mí, a veces, hablábamos, me dio tiempo a aconstumbrarme a él.
Era intrigante, él era como yo, cerrado para todos, con su propio mundo.
- Adiós - dije casi susurrando.
- Adiós - dijo con voz que se le partía.
Vi cómo sus ojos se volvían cristalinos, pero se esforzaba en no llorar.
Giré mi cabeza y miré hacia abajo. Me estaba preguntando cuánto tiempo estaría cayendo.
Ya iba a dar un paso hacia delante pero algo, mejor dicho, alguien me lo impidió.
Me apartó del borde y me abrazó por detrás. Apoyó su cabeza en mi hombro y dejó sus manos en mi estómago.
- ¿Q... qué haces? - pregunté sorprendida.
- Por favor, no lo hagas - susurró.
Sentí cómo sus lágrimas caían por mi cuello. Estaba temblando.
- Te lo suplico, quédate conmigo. No me hagas ésto, por favor - dijo.
- N... no puedo, si no lo hago ahora, no lo haré nunca.
Otra lágrima cayó por mi mejilla. Me di la vuelta sin soltarme del brazo, ni siquiera tenía la intención de hacerlo.
Le miraba a los ojos, aquellos preciosos y profundos ojos azules.
- Entonces... No lo hagas nunca, quédate conmigo.
- ¿Quieres vivir con alguien como yo sabiendo lo que hice?
- Sí, porque el pasado no cuenta tanto como el presente y el futuro.
Entonces aprendí que aquel chico, de ojos azules, por el cual sentía algo, abrió su mundo y me dejó entrar.
Mi confianza hacia mí iba disminuyendo, pero seguía estando segura de que quería saltar.
- ¿Quieres saltar? - dijo como si me estuviera leyendo la mente.
- Sí, quiero saltar. No quiero matar a nadie más.
- Entonces... Saltaré contigo. Entiende que, si saltas, yo no tendré motivo para vivir.
- Si saltas conmigo es como si te matara...
- Si saltas sin mí lo harás igual.
En ese momento me besó.

Autor: Alicja Zuzanna Wiszczulis, A~

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